Todos compramos pasta de dientes, pero son muy pocas las personas fieles a una marca o tipo concreto de dentífrico. Por lo general, pensamos que son todos iguales, y adquirimos estos en función del precio, sabor o, sencillamente, su apariencia.
Las pastas de dientes están elaboradas con una serie de elementos comunes, cuyo porcentaje varía en cada producto, pero de largo, el más importante de todos ellos es el flúor. Este mineral, que en la naturaleza siempre se encuentra combinado con otros elementos, ha sido una pieza fundamental en la mejora de nuestra salud bucodental, y en la disminución de la caries que ha tenido lugar en los últimos 50 años.
Las bacterias en la boca se alimentan de azúcares y almidones que permanecen en los dientes después de comer y, en este proceso, generan ácido, que daña el esmalte. El flúor ayuda a proteger a los dientes de dos maneras:
- hace que el esmalte sea más fuerte y sufra menos daño.
- revierte las primeras etapas del daño causado por el ácido porque remineraliza el esmalte.
Los dentífricos que son bajos en flúor, por debajo de 1000 partículas por millón (ppm) no sirven para nada. Cepillarse los dientes con esas pastas de dientes o cepillárselos sin pasta es lo mismo.
Muchas marcas fabrican pastas con flúor demasiado escaso, con 1.000 ppm de flúor o menos, entre ellas las líderes del supermercado. En oficina de farmacia, la mayoría de pastas tienen concentraciones de flúor en torno a 1450 ppm y la mayoría de composiciones –Lacer, Fluocaril, Oradilne, Vitis o PHB– tienen incluso concentraciones de 1500 ppm.
Si nos enjuagamos la boca tras el cepillado, el agua arrastrará el flúor, reduciendo considerablemente su efecto. Lo aconsejable es escupir la pasta sin aclarar.
Otros compuestos importantes del dentífrico
Aunque el flúor es el componente más importante de la pasta de dientes, está cuenta con otros elementos que pueden ser decisivos para tratar algunos problemas. Todos los dentífricos llevan:
- agentes abrasivos, como el carbonato de calcio y silicatos, que ayudan a eliminar la comida, las bacterias y algunas manchas de los dientes.
- endulzantes artificiales, que se añaden a la pasta para que sepa mejor.
- humectantes, sustancias como el glicerol que evitan que la pasta se seque.
- espesantes, que añaden grosor a la pasta y ayudan a que mantenga una textura adecuada.
- detergentes, responsables de la espuma que se forma en el cepillado.
Tres excepciones para las que es conveniente que compres otro tipo de producto
1. Dientes sensibles
El 19% de los adultos españoles tiene los dientes sensibles. La sensibilidad en los dientes es un síntoma de que el esmalte se está desgastando. Las pastas de dientes sensibles, contienen sustancias que tapan los poros que se han producido en la dentina y que conectan con los nervios del diente, provocando la reacción a los cambios de temperatura. Normalmente nitrato de potasio o cloruro de estroncio. Sus efectos no se notan hasta pasadas cuatro semanas de usar este tipo de pasta, así que no seas impaciente.
2. Dientes amarillentos
Las pastas blanqueadoras son la niña bonita de los fabricantes de dentífricos. Todo el mundo quiere tener los dientes blancos y a todos se nos amarillean según pasan los años. Estos productos contienen peróxido de hidrógeno, peróxido de carbamida y el bicarbonato sódico, compuestos químicos que se usan como blanqueadores en toda la industria, y que también utilizan los dentistas en sus tratamientos.
No importa lo fuerte que cepilles, si tus dientes han acumulado suciedad no superficial no vas a poder quitarla usando estos productos.
Las pastas de dientes blanqueadoras suelen contener entre un 1% y un 1,5% de peróxido de hidrógeno. Esta cantidad es suficiente para limpiar las manchas superficiales del esmalte, pero no sirve de nada contra la suciedad que se va acumulando en el interior de los dientes (en la dentina y en la pulpa), que es más difícil de eliminar.
Según el director del Consejo General de Dentistas de España, este tipo de pasta solo es verdaderamente recomendable para reforzar y mantener los efectos de un tratamiento de blanqueamiento dental realizado en la consulta del odontólogo.
3. Enfermedad periodontal
La periodontitis es una inflamación e infección de los ligamentos y huesos que rodean a los dientes. La gingivitis, esto es, la infección de las encías, es su forma más común y afecta al 15% de la población de forma recurrente.
Si tenemos este problema –que notaremos porque provoca sangrado y, sobre todo, porque duele–, necesitamos una pasta de dientes más potente que, además de flúor, contenga algún antiséptico como el triclosán.
Se trata de dentífricos que sirven para tratar un problema específico y no deben usarse más de dos semanas. La mayor parte de las veces el problema se acaba solucionando en ese tiempo, pero sí persiste, es importante que visitemos a nuestro dentista.