Os queremos presentar a una profesional única, con la que hemos tenido la suerte de trabajar en diferentes proyectos muchos años, Jone Ojeda. Como ella misma se define, psicóloga de profesión y vocación.
Ha desarrollado su actividad en el ámbito clínico en la Unidad de Psiquiatría, en ONGs, en la Asociación de familiares y enfermos de Alzheimer...Ha realizado intervenciones individuales y grupales de carácter clínico (ansiedad, estrés, depresión, trastornos de personalidad, psicóticos, de estado de ánimo, tabaquismo…) y promoción de la salud.
Dentro de su amplio recorrido profesional, L´AdP ha trabajado con ella muchos años en la Asociación Española Contra el Cáncer, desarrollando las campañas de "Prevención del Cáncer de Piel", "Cuidados de la piel en Radioterapia" y "Talleres de automaquillaje de camuflaje para lesiones oncológicas, quirúrjicas..". No podemos definir esta experiencia de otra forma: un lujo. Es una gran necesidad la del poder unir el saber farmacéutico con el psicológico en muchísimas patologías, comenzando con las dermatológicas.
Hoy hemos acudido a ella, para que os ayude a todos los padres que sabéis que el año que viene no os salváis de la fatídica pregunta...
“Papá, ¿existen los Reyes Magos?”
por Jone Ojeda
Os dejo con un cuento que un pediatra: Rafael Resines, me pasó un día y que ahora quiero compartir con vosotr@s.
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja , como con miedo, le dijo:
- Papá
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero… que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo – respondió el padre un poco sorprendido
- Es que… – titubeó Blanca.
- Dime, hija, dime
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquélla pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- Y tú, ¿qué crees, hija?
- Yo no sé papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso…
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos, pero…
- ¿Entonces es verdad?- cortó la niñas con los ojos humedecidos- ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí existen – respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla- dijo, el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que e l más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños y niñas del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí!- exclamó Gaspar- Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños y niñas. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños y niñas?
- ¡Oh! Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño y niña que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.
- No os preocupéis por eso – dijo el Niño- Yo os voy a dar no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, cómo es posible- dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a l@s niñ@s?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje- respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y niñas y los conozca mejor que sus propios padres y madres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, yo ordeno que en en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres y madres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos e hijas los regalos que deseen. También ordeno que, mientras l@s niñ@s sean suficientemente mayores para entender esto, los padres y madres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, l@s niñ@s harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a su padre y su madre, dijo:
- Ahora sí lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y tod@s se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.
L´AdP sólo puede añadir una petición: que contemos con esta gran profesional en nuestro equipo, en muchas más ocasiones.
Para los que tenéis la suerte de estar por tierras Gallegas, en concreto en Pontevedra, no dejéis de acudir a escucharle el Lunes que viene a esta ponencia sobre tabaquismo.